Los haitianos llegaban a ofertar su mano de obra en la construcción
La zona de Verón, que corresponde al motor de la economía turística dominicana, se está convirtiendo, a ojos vista de todos nosotros, en el Departamento del Este #11 de la vecina República de Haití, ya que la masiva presencia de los vecinos occidentales es muy notoria en todas las actividades relacionadas al turismo.
En principio, los haitianos llegaban a ofertar su mano de obra en la construcción de las decenas de hoteles que saturan toda la costa oriental, desde Punta Cana hasta Uvero Alto. El dinamismo de la zona ha llevado a emplazar, en lo que era una aldea hace menos de quince años, a una pujante comunidad que obliga a expandirse para ofrecer alojamiento, materiales de construcción, alimentos, artículos del hogar, en fin los atractivos a una población que ofrece sus servicios a la demanda de los hoteles.
Luego, los obreros haitianos, terminada la construcción de los hoteles y en espera de que se iniciaran otros, comenzaron a ser contratados para las más diversas tareas de bajos salarios de los hoteles, tales como limpieza, jardinería y mantenimiento en general. El servicio de habitaciones era predominantemente copado por las dominicanas, pero poco a poco, por su dedicación y capacidad para hablar varios idiomas, los haitianos se vieron elevados de categoría y requeridos por las cadenas hoteleras, que de repente ni se acuerdan que la ley laboral vigente establece un mínimo de extranjeros en la nómina de las empresas criollas.
Entonces, los atractivos de Bávaro y sus hoteles para los haitianos es demasiado fuerte para desecharla y la migración de los vecinos occidentales, en especial después del terremoto del 10 de enero del 2010, es más que saturante y excesiva, ante la indiferencia oficial que parece no les importa ni tienen tiempo para esas minucias laborales que no producen pingües beneficios como los derivados de los contratos de autopistas.
Los dominicanos, desplazados de la zona, recurren a otros tipos de servicios para ofertárselos a los prósperos haitianos, en especial los relacionados al transporte tales como el del moto concho, taxis, buses así como el de comidas y alojamiento, además le garantizan sostenerles el vicio de las drogas.
El haitiano ha venido a llenar una carencia, que el dominicano fue creando cuando comenzó a discriminar con los trabajos y rechazar muchos de los que antes ellos eran tan confiables, tanto en la construcción como en los servicios, para dejarle el campo libre a nuestros vecinos, que por sus condiciones ofrecen al turista una atención adecuada por sus facilidades de comunicarse en varios idiomas, cosa de la que el dominicano carece, a excepción de los excelentes animadores de los shows nocturnos de los hoteles.
El Departamento #11 de Haití está en gestación en la costa oriental dominicana. Dependerá de la habilidad de las autoridades, si están interesadas, y de todos nosotros, frenar esa realidad para ponerle atención a una zona que genera la nueva riqueza dominicana.
Verón crece, arrabalizándose notablemente, que si bien tiene importantes vías de comunicación en construcción, por la forma de cómo se ha desarrollado hasta con el desorden de los hoteles, están constreñidos por muchas vías muy estrechas, sin ningún orden urbanístico y estimulado por una migración que reproduce los mismos hábitos de vida en su país.
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