Para la señora Fiordaliza, madre de una niña y casada, que profesa la fe cristiana en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la vida se ha transformado en un infierno desde que se quejó formalmente ante el ministro de Turismo, Francisco Javier García, mediante una carta fechada el 24 de mayo de este año, por el acoso y las amenazas del viceministro Rojas Morillo.
“Yo vivo atemorizada, nerviosa, no me atrevo a salir de mi casa. Temo por lo que nos pueda ocurrir a mí y a mi familia. Estoy acorralada, amenazada. Ahora él me ha demandado por supuesta difamación e injuria. Hay personas que me dicen que desista de mi denuncia y de reclamar mis derechos, que esto es el pleito del huevo y la piedra, y que yo voy a resultar perjudicada, porque él es quien tiene el poder y la influencia. Pero yo creo que no puedo desistir de reclamar justicia y de denunciar lo que está mal hecho”, expresa la señora Mejía Castillo, en una entrevista concedida este viernes a acento.com.do/
Antes de haber trabajado con Rojas Morillo, sólo lo conocía en las actividades políticas, pues el viceministro es el presidente del PLD en la provincia La Altagracia, organización en la que también milita la joven señora. Había sido gobernador provincial y fue candidato a alcalde de Higüey en las elecciones de medio término del año 2010, en las que resultó derrotado.
A continuación la entrevista:
¿Antes del problema que usted denuncia cómo era su ambiente de trabajo?
“Yo estaba nombrada en la gestión del pasado viceministro, doctor Virgilio Cedano. En agosto voy a cumplir dos años en este trabajo, y nunca tuve ningún problema. Cuando nombran al señor Pedro Rojas Morillo, en principio se mostraba muy amable. Muy servicial. Yo particularmente entendía que esa era su forma de ser con todo el mundo. Hasta que no pasó mucho tiempo cuando entonces comenzó a ser directo con su acoso sexual y sus insinuaciones contra mí."
¿Cómo lo acosaba?
“Comenzó a decir cosas que me extrañaron, me espantaron, que nada tenían que ver con el trabajo, hablando de sus experiencias sexuales. Decía constantemente que él era un experto haciendo el sexo oral, que podía durar horas, y hacía gestos con la boca. Decía que él estudió en la Escuela de Bellas Artes, y que por eso él tenía la resistencia para durar horas haciéndole sexo oral a una mujer. Decía que él tenía cinco formas de hacerle sexo oral a una mujer. Pero todo esto lo decía en palabras totalmente vulgares.
Hay personas que me dicen que desista de mi denuncia y de reclamar mis derechos, que esto es el pleito del huevo y la piedra, y que yo voy a resultar perjudicada, porque él es quien tiene el poder y la influencia. Pero yo creo que no puedo desistir de reclamar justicia y de denunciar lo que está mal hecho”
“La mujer que esté conmigo en la cama, sí sabe lo que es un hombre haciéndole sexo, decía, pero con palabras y gestos vulgares. Decía que él había hecho apuestas con otras secretarias, y con una hermana de una secretaria, que él incluso apostaba sueldo a que su hermana iba a quedar fascinada si se acostaba con él, por la forma en que él hacía el sexo oral. Yo nunca le di esa confianza, y me disgustaba que estuviera diciéndome esas cosas, que nada tenían que ver con una relación laboral. Realmente me sentía incómoda".
¿Qué ocurrió después?
“Que él pasó a acosos e insinuaciones más directas diciéndome que mi esposo tenía que ser o muy buen amante o tener mucho dinero, para poder conservar a una mujer como yo, pero con palabras vulgares. Después me propuso llevarme de viaje a Cuba o a Costa Rica, con todos los gastos pagos, a cambio de que yo aceptara estar con él en intimidad mientras estuviéramos allá. Esa propuesta incluso me la hizo delante de un chofer, que le llaman Aníbal, aunque su nombre es Domingo".
“Luego pasó a las amenazas, advirtiéndome que yo debía elegir entre portarme bien y ceder a sus deseos o atenerme a perder el empleo. Me decía que todas sus secretarias siempre se portaban bien con él, y les iba muy bien. Gente cercana a él, me decía que Rojas Morillo acostumbraba a obligar a sus secretarias a hacerle sexo oral
¿Hubo acercamiento físico, algún intento de tocarla?
“Cuando viajábamos, el chofer, él y yo, siempre insistía con sus insinuaciones. En una ocasión me dijo no sé qué cosa había ocurrido con el chofer, y entonces debíamos viajar solos él y yo desde Bávaro a Santo Domingo. Ahí aprovechó para tratar de entrar a una cabaña (motel) conmigo. Pero yo me negué e incluso amenacé con tirarme del vehículo, lo que le hizo desistir de sus pretensiones.
“Luego pasó a las amenazas, advirtiéndome que yo debía elegir entre portarme bien y ceder a sus deseos o atenerme a perder el empleo. Me decía que todas sus secretarias siempre se portaban bien con él, y les iba muy bien. Incluso en la calle, gente cercana a él, me decía que Rojas Morillo acostumbraba a obligar a sus secretarias a hacerle sexo oral, y de lo contrario las cancelaba. Hasta me preguntaban que si yo ya lo había hecho, a lo que yo respondía rotundamente que no, que no lo había hecho ni lo haría jamás, porque soy una mujer decente, casada. Después que él vio que yo no me prestaba a sus propuestas indecentes, tomó la decisión de apartarme, pero no me canceló. Sino que me dejó en un horario de doce del medio día hasta las 5 de la tarde, y no me encargaba ningún trabajo”.
¿Cuándo decide notificar al ministro de lo que ocurría?
“Llegó un momento en que yo no soportaba más el acoso. Por más que yo le mostraba al viceministro Rojas Morillo que no me interesaban sus propuestas, sus insinuaciones, él seguía acorralándome, acosándome, colocándome entre la espada y la pared. Aunque yo había tratado de evitar el escándalo, me vi obligada a informarle al ministro, Francisco Javier García. No hubo ninguna acción que yo sepa después de la carta, y yo lo atribuyo a que el ministro es una persona muy ocupada.
¿Qué ocurrió a partir de ese momento?
“Desde que a él le comentan de la carta, al otro día temprano en la mañana envió a mi casa a un grupo de empleados a decirme que debía presentarme de manera urgente. Cuando estaba delante de él, me preguntó que si era cierto lo de la carta, y yo le dije que sí. Ahí comenzó un período de amenazas e intimidaciones. Me dijo que era un enemigo muy peligroso, que quien se lo encuentra a él como enemigo no sabía con quién se estaba metiendo. Me amenazó diciéndome que la vida es un camino muy largo, y que todo lo que uno hace tiene consecuencias. En un momento nos dijo al chofer y a mí que si nosotros nos portábamos bien con él, nos ayudaría. Incluso nos prometió conseguirnos el permiso para una ruta de motoconcho a cada uno. Portarse bien significaba, en mi caso, que yo aceptara acostarme con él, y en el caso del chofer yo no sé qué le pediría”.
¿Ha recibido usted otras amenazas, incluso contra su integridad física?
"Una noche cuando salía de la universidad (el Centro Universitario Regional del Este CURE-UASD), dos hombres armados me amenazaron. Me puse muy nerviosa. No sabía qué hacer. Al día siguiente le envié una carta al fiscal (Lucas Evangelista Pérez José), informándole lo que me había ocurrido al salir de la universidad. También le notifiqué que hombres extraños estaban merodeando por mi casa. Pero nunca he recibido una respuesta de la Fiscalía. También me acerqué al ministerio de la Mujer, en la oficina local en Higüey, en la gobernación, pero tampoco recibí apoyo”.
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descarga la carta original en PDF aqui >>>
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